Las señales de alerta son reales ¿y ahora que?
Cuando uno en familia comienza a notar comportamientos preocupantes relacionados con la alimentación y la imagen corporal de su hija o hijo, es normal sentir incertidumbre, miedo o incluso negación. Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son problemas complejos que van más allá de la comida y el cuerpo; tienen un fuerte componente emocional y psicológico. Pero, ¿qué hacer cuando aparecen las primeras señales de alerta?
1. Mantener la calma y observar
El primer paso es evitar reacciones impulsivas. Ante la preocupación, es normal querer actuar de inmediato, pero es importante hacerlo con serenidad y empatía. Observa durante unos días los siguientes comportamientos:
•¿Come menos o evita ciertos alimentos?
•¿Muestra preocupación excesiva por su imagen corporal?
•¿Ha cambiado su estado de ánimo y se muestra más irritable o aislada?
•¿Hace ejercicio de forma compulsiva o con culpa si no lo hace?
Si estas conductas son recurrentes, es el momento de pasar a la acción.
2. Abrir un diálogo sin juicios
Cuando decidas hablar con tu hija o hijo, hazlo sin acusaciones ni presión. Algunas formas de empezar la conversación pueden ser:
•“He notado que últimamente te preocupa mucho la comida y tu cuerpo. ¿Cómo te sientes?”
•“Me gustaría hablar contigo sobre cómo te encuentras. ¿Hay algo que te esté preocupando?”
•“Estoy viendo algunos cambios en ti que me hacen preocupar. Quiero entender cómo te sientes y si puedo ayudarte de alguna manera.”
Evita comentarios sobre su peso o la cantidad de comida que consume, ya que esto puede generar mayor resistencia y ansiedad.
3. No minimizar ni esperar a que pase solo
Los TCA no son una etapa pasajera ni una moda. No des por hecho que «se le pasará con el tiempo» o que «sólo es una fase». Cuanto antes se detecte y se trate, mejor será el pronóstico.
4. Buscar ayuda profesional especializada
Si las preocupaciones persisten, es fundamental consultar a un profesional de la salud mental especializado en TCA. Un equipo multidisciplinar formado por psicólogos y psiquiatras puede valorar su situación y ofrecer orientación personalizada.
Puedes empezar hablando con el pediatra o médico de cabecera, que puede derivarte a un especialista. También es importante buscar un/a psicólogo/a con experiencia en TCA para realizar una evaluación más precisa e iniciar un proceso terapéutico si es necesario.
5. Implicar a la familia en el proceso
Los TCA no afectan sólo a la persona que los sufre, sino también al entorno familiar. Es importante que padres, madres y hermanos estén informados y aprendan cómo apoyar sin presiones ni conflictos.
Algunos consejos para acompañar desde casa:
→ Crear un ambiente de confianza, donde tu hija se sienta escuchada y comprendida.
→ Evitar comentarios sobre el cuerpo o la comida, tanto los suyos como los de otras personas.
→ Establecer comidas familiares tranquilas, sin discusiones ni tensiones sobre qué o cuánto come.
→ Mostrar paciencia: la recuperación es un proceso largo y lleno de altibajos.
6. Autocuidado para los padres y madres
Es normal sentirse abrumado, culpable o impotente. Buscar apoyo (grupos de familias, terapia personal) puede ayudar a gestionar mejor la situación y dar el acompañamiento necesario sin agotarse emocionalmente. Detectar señales de alerta de un TCA en tu hija o hijo puede generar muchas emociones, pero lo importante es actuar desde la comprensión y el apoyo. Un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado pueden marcar la diferencia en su recuperación. No estás solo/a en este proceso: busca ayuda profesional y rodéate de información y soporte.